lunes, 27 de febrero de 2012

MIEDO

Tengo miedo.

Nos bombardean con zombis extraños que aparecen invadiendo el mundo, comiéndose humanos indefensos a diestro y siniestro, vampiros sedientos de sangre que surgen de las tinieblas con apetitos voraces y demonios irreverentes provocadores de los dolores más espantosos. 
Nos confunden con meteoritos destructores de civilizaciones en declive, profecías de antiguos pueblos en las que el fin está pronto y viajes al pasado con peregrinos extraños en los regresos.
Nos distraen con historias sobre casas encantadas poseídas por espíritus errantes, fantasmas de la noche en busca de respuestas, ánimas en pena pagando por sus culpas y asesinos en serie vueltos de nuevo a la vida.
Nos engañan con vidas de otros planetas, invasores de cuerpos alimentándose de nuestras vísceras, e incluso nos tergiversan las realidades de nuestras propias existencias.
Y nosotros, sumidos en nuestra propia ignorancia tenemos miedo, irracional, absurdo miedo hacia elementos inexistentes, cuando lo realmente terrorífico, está delante de nuestras propias narices.
Sólo tienes que ver el telediario todos los días. 
Esta noche, cuando me vaya a la cama, soñaré con una invasión de zombis, asquerosos, pulverulentos y ponzoñosos, porque al menos, contra esos, puedo luchar. No son, jueces, jefes, banqueros, empresarios, millonarios, políticos y toda esa recua que les sigue. 
Fantasearé con la idea de conseguir una gran estaca e incrustársela al vampiro que aparecerá en mi habitación, mientras intento olvidar como aquella millonaria declaraba abiertamente que sus obras benéficas iban destinadas solo y exclusivamente a los animales, pues los niños entre la basura, no le producían la menor de las compasiones frente a un perrito abandonado.
Imaginaré mi sable laser, verde lima-limón, con el que me cargaré los alienígenas invasores, a la vez que elimino de mi cabeza como un fiscal confiesa que la justicia “debería” ser igual para todos. 
Inventaré un escudo para proteger el planeta de la llegada de la gran roca destructora, repudiando  la imagen de unos inspectores de trabajo entrando en un lugar , para salir, tras un breve instante, con maletines sospechosos, sin preguntar, sin indagar, sin resolver.
Y sobre todo, divagaré con las formas de exorcizar la casa encantada con hechizos imaginarios, no teniendo que pensar en lo que nos vemos obligados a hacer para conservar un trabajo, o simplemente tenerlo, olvidando todo aquello por lo que nuestros padres lucharon y consiguieron, y que nosotros, con nuestros actos, estamos traicionando.

Tengo mucho miedo.

martes, 21 de febrero de 2012

PISCINAS


Erase una vez una persona que tenía una piscina.
Disfrutaba de ella. Nadaba, buceaba deleitándose en sus cálidas y transparentes aguas, agradable sensación y bienestar cotidiano,  por ello,  la persona, día tras día continuaba sumergida en ella sin querer salir.
El tiempo transcurría, y la persona, tan encantada como estaba, no se dio cuenta, que poco a poco, el agua de aquella piscina perdía temperatura, su cuerpo se había aclimatado tanto a ella, que los cambios inapreciables en el día a día no alteraban el placer que tanto le provocaba.
Hasta que llegó el fatídico momento en el que el frío era tal, que el cuerpo de la persona no pudo soportarlo. Intentó salir, pero su cuerpo agarrotado, no le permitía el movimiento. Y se hundió, se hundió en aquellas aguas cristalinas que tan agradables habían resultado y que ahora solo provocaban dolor.
Sin embargo, cuando todo parecía perdido, una mano surgió de la nada, una mano a la que la persona se aferró, consiguiendo sacarla de aquel frio témpano de hielo. Y le enseño el mar, una gran piscina en la que podría sumergirse de nuevo, enorme e inexplorada, terrible pero maravillosa. “Cuanto miedo le dio”.  Pero la persona confió, olvidando todo el recelo y recordando simplemente la dicha que el agua le proporcionaba, así que, sin pensarlo dos veces, se zambulló, de cabeza.
No fue culpa de nadie, ni siquiera una mano podría haberlo presagiado, quien iba a esperar que un tiburón acechara. Atacó cuando la persona había comenzado a disfrutar. “Despiadado escualo”. Pero la persona se defendió y consiguió ahuyentarlo, mas no pudo evitar unos pequeños rasguños en su piel.
Salió del agua, la mano seguía allí, y la persona, pensó “Mañana, cuando vuelva, solo miraré y quizás otro día…..”.

sábado, 4 de febrero de 2012

Aventuras, locuras, comeduras de olla de la Doctora Pat. Una Patata Cibernética, Vol VIII

 ÍNDICE
La Patata soldado. “SI, Señor”, “A sus órdenes, Señor”, “Que le den……. Señor”.

Menudo fregao.

A Pat le prometieron aventuras, luchas, batallas, valerosos guerreros enfrentados por la conquista de la tierra prometida, gloria, honor, ejércitos poderosos. Todos sus ojos se abrieron como platos al escuchar las palabras que seguían a un “Hola” repentino y casual.
-Puedes ser una heroína, aguerrida amazona que sin cuartel, conquista los emplazamientos del enemigo para mayor gloria de su tribu.
Una Patata amazona, una patata guerrera, conquistadora de mundos, sanguinaria y letal, justiciera, pueblos enteros, naciones enteras, un imperio, incluso, quien sabe, pueden existir caballeros audaces a los que las patatas encandilen … (Despierta Pat, la solanina, ya sabes, te está dando el sol demasiado).
A Pat le encantó la idea, le entusiasmó en realidad, leyó el manual con avidez y se preparó de inmediato para la organización del poderoso ejército que la llevaría a la gloria, pero sentada ahora en un tugurio de mala muerte, llamado La Taberna, bebiendo sola una pinta de cerveza, la idea de su heroína valerosa poco a poco se disipa.
Pat es ahora un simple recluta, cumple el servicio militar, a las órdenes de un individuo que parece tener poco que mandar y utiliza este universo para desfogar sus anhelos no cumplidos. Reprimido, oprimido que no sabe negarse en la vida, convertido aquí en el tirano que tanto le gustaría llegar a ser. Gobierna una tribu que fundó en su día para vanagloria y complacencia de su ego, llamémosle súper ego, y que escondido tras las buenas palabras y discursos baratos oculta aires de grandeza e incluso visos de beato predicador televisivo. Todo son órdenes, cumplir a rajatabla lo dictado por una mente mal pensante, sin preguntas, solo actuaciones ante enemigos temibles que acechan y atacan al fundador, al líder, y que deben ser masacrados sin piedad.
Pero Pat es díscola y también contestona, no acepta bien desempeñar los mandatos sin explicación, además de hacer preguntas indebidas como los porqués de tantos ataques y eso, en el ejército de este telepredicador, no es un comportamiento muy adecuado. Los avisos son constantes y los castigos van llegando, con el consecuente escaso progreso, apenas un par de soldados en sus filas que vagan de un lugar a otro sin saber muy bien qué hacer y dos pequeñas aldeas en las que las reformas son necesarias de inmediato, pues hasta los tejados del ayuntamiento se caen.
Si cumples, asciendes, si no cumples, eres Pat.
Pat contempla la posibilidad de largarse, al fin y al cabo nadie se lo impide, pero que narices, tras los mandatos y el tugurio indecente todo un mundo se abre ante ella, repleto de aventuras, exploraciones y batallas, tierras lejanas para conquistar, continentes repletos de llanuras en las que cabalgar y por supuesto, otros reclutas que como ella, beben solitarios pintas de cerveza en una Taberna.
La taberna. Un lugar de reposo, donde los guerreros descansan y conversan animados sobre lo que les place y como les place, donde la música se dispara, donde las risas resuenan, donde se juega, donde la diversión esté a la orden del día….
-Esta taberna…… debería cambiar de aires.
La historia se repite, el universo cibernético y sus parecidos mundos, el patio de colegio, los matones, y quizás….. una nueva mini pandi. Pero ahora, no estamos en el cole, entramos en el instituto, las hormonas están desfogadas, caballeros errantes, comandantes rudos, amazonas díscolas, sastrecillas valientes, espadas, sables, y un telepredicador al que quitarle su máscara.

Continua