martes, 21 de mayo de 2013

Los niños y los locos siempre dicen la verdad, por eso a unos los educan, y a otros, los encierran.

  


   Nos pasamos los días lamentándonos constantemente de las acciones incorrectas que se dan a nuestro alrededor, de las irregularidades que se observan a diario, y encima, pretendemos justificar nuestros silencios con frases como “Hay que aguantar”, “No está la cosa para protestar”, “Mejor pasar desapercibido”, “Date por satisfecho que estás trabajando”, o la peor de todas, “No te quejes porque hay cincuenta esperando tu puesto”.

  ¿En qué narices nos hemos convertido?, ni siquiera podemos compararnos con un rebaño de ovejas, al menos ellas dejan de dar leche cuando las condiciones no son adecuadas. ¿Has escuchado a un rebaño de ovejas balar pidiendo comida?, eso sí que es una protesta.

   Las responsabilidades de cada uno pesan, en exceso, pero ya se encargan de recordárnoslo constantemente, fijémonos en las veces que nos hablan de la mala situación que atraviesa el país, la escasez de trabajo, la cantidad de familias que ya, sin miembros en activo, tiran como pueden y piden comida en los bancos de alimento; hechos reales, por supuesto, pero con tal bombardeo indiscriminado de malas noticias (la última y más sonada, se acaba para muchos la ayuda de los cuatrocientos euros, ¿con qué vivirán ahora?) ¿no acabas por pensar en lo afortunado que eres por trabajar?, y el caso es que la gran mayoría de los trabajadores se sienten dichosos por tener un trabajo, eso sí, mal remunerado, con un horario excesivo y en unas condiciones penosas, no hablemos ya de temas como riesgos laborales o trabajar enfermo. Lo último en desfases, la subcontratación, ese maravilloso mundillo en el que el despido de personal fijo se convierte en una baja voluntaria para poder seguir disponiendo de un empleo, que resulta ser el mismo, y la letra pequeña señoras y señores, pagas extras prorrateadas, retenciones a hacienda bajísimas y una indemnización por despido improcedente que se la llevo el viento, todo, para enmascarar una nomina que en principio sigue siendo el mismo neto pero que a la larga todos sabemos en qué se convierte, y que paga una empresa de la que nunca se supo. Qué gran ayuda también la escasa formación que presenta gran parte de la población y a la que se engaña fácilmente, aunque si lo pensamos, de poco sirven las titulaciones académicas en estos casos, simplemente serás un poco más consciente de lo que está ocurriendo, pero como todos, seguirás con las manos atadas. Empiezo a pensar en lo fácil que les está resultando a muchos aprovechar la ocasión y forrarse a diestro y siniestro, me he vuelto un tanto paranoica y veo complots por todas partes, fomentar el miedo para seguir abusando, sin control, sin temor, sin principios.

  Recuerdo muchísimo la novela de George Orwell, 1984, y de cómo mantenían a la población calladita y sometida, y al que se le ocurriera decir algo…… unas buenas ratas en plena cara para recordarle lo bueno que es el “líder”.

   A nosotros no nos pondrán unas ratas en la cara, sería demasiado obvio, pero recordemos siempre que existen infinidad de métodos de persuasión mucho mas sutiles, además, nuestro “líder”, en este caso, está bien escondidito entre las faldas del dinero, dejando que nuestra vista se pose en estos “asombrosos” politiquillos que tenemos, evitando así que sepamos quienes realmente tiran de las riendas, quienes son los que deciden y quiénes son los que mandan. Esos titiriteros escondidos tras un telón, que mueven los hilos de sus marionetas, montándonos una función a la que asistimos todos los días como publico entregado.

  Lo dicho, estoy paranoica, pero creo que hay esperanza, porque aunque nos quiten la ilusión, aunque el futuro que nos pintan es de lo más oscuro, siempre nos quedara el creer en nosotros mismos, en sentirnos capaces de salir adelante, porque aun tildándonos siempre de juerguistas y poco trabajadores, la realidad es otra, la picaresca es algo que solo viene acompañado de la inteligencia, somos emprendedores, arriesgados y sabemos disfrutar de la vida como nadie, pero nosotros, solo y exclusivamente nosotros, y en eso, ganamos por goleada a los titiriteros.



sábado, 18 de mayo de 2013

Antiopia





   Como los ángeles al caer el sol plegaré mis alas, no volviendo a correr tras  la ciudad soñada. Prometeré  acabar con el absurdo empeño en conseguir lo inalcanzable, sumiéndome en las profundidades de la realidad cotidiana. Amputaré las extremidades de la imaginación desbocada, para encerrarla en la prisión del olvido. Pero siempre quedará una llama rebelde e incombustible, que sobrevivirá, pese a todo, y brillará en el faro de Antiopia.