lunes, 30 de abril de 2012

Paquete Express


Hacía tiempo que se notaba extraño. Algún tipo de rareza que envolvía su cuerpo en un insólito estado de vacío, que de inmediato era rellenado. Una especie de nada que inundaba su ser para luego desaparecer, como si nada.
Pequeños instantes en los que existía un cambio, aunque no conseguía descubrir lo que realmente variaba. La sensación de vacío aparecía de pronto, sin avisar, transformada en una  aparente zozobra, un pequeño mareo.  En cualquier momento, trabajando, paseando, incluso a veces conduciendo, sin ningún tipo de orden ni concierto. Indisposiciones, en algunos casos, extremadamente preocupantes y peligrosas, por las circunstancias en las que acontecían, lo que le llevo a pensar en alguna deficiencia física que pudiera estar alterando de alguna manera su estado, sin ningún resultado evidente, constatado mediante infinidad de pruebas a las que se sometió.
Sin embargo, pasaba, el cambio se producía, durante aquel pequeño instante, algo perdía para ser reemplazado su lugar, por otro algo de inmediato. Pero, ¿cómo encontrar lo  que recuerdas haber perdido sin saber siquiera que es?.
Comenzó a apuntar aquellos cambios, cuando se producían y con qué frecuencia, pues, a medida que iba pasando el tiempo, la sensación de pérdida también comenzaba a desaparecer. No, no desaparecía, simplemente no recordaba el haberla tenido. Pensó que tal vez, su memoria le jugaba malas pasadas, pero no resultaba lógico olvidar y  recordar el tener que apuntar cuándo y cómo se producía.
Cómo los episodios se sucedían con una periodicidad mayor, empezó a acostumbrarse. La sensación de vértigo ya no era tan intensa, o probablemente, su cuerpo había desarrollado ya una especie de inmunidad, que le proporcionaba la estabilidad necesaria, para no dejar que aquella zozobra le hiciera caer. Pero allí estaban las notas, para demostrar que las pérdidas continuaban, y cada vez mayores. Hasta que un día, y por una tonta conversación sobre lo mal que había descansado, consiguió descubrir algo.
 “¿Habrás tenido muchas pesadillas?”.
No, ni siquiera recordaba la última vez que había soñado, porque una cosa es no recordar los sueños a la mañana siguiente, pero otra muy diferente, es no tenerlos. Los sueños habían desaparecido de sus noches, ni siquiera era capaz de soñar despierto. Intentó recuperarlos haciendo ejercicios mentales en los que imaginaba lugares y personas, circunstancias que no se habían dado en la realidad, incluso cerraba los ojos por si le resultaba de ayuda y así poder concentrarse mejor. Imposible, lo real siempre volvía de inmediato sin permitir continuar la situación imaginada.
Viajó hasta el instituto del sueño y allí le confirmaron lo que sospechaba, no soñaba, pero también le advirtieron de la cantidad de casos que se daban desde hacía un tiempo. No era el único, parecía una especie de virus apoderándose de todos poco a poco.
 Y llegó la respuesta, en forma de paquete postal, sin remitente. Lo desenvolvió cuidadosamente hallando una especie de urna funeraria junto a un sobre de color azul  lacrado. Destapó con cuidado la tapa que la cubría para  descubrir en su interior un montoncito de cenizas que volvió a cubrir de inmediato por temor a que una traicionera ráfaga de viento hiciera de las suyas. Cogió el sobre, lo abrió, y leyó el contenido de la carta que portaba.

Estimado caballero:
Nos llegó el cadáver tal y como usted se propuso, más y más cadáveres que como el suyo aparecen a diario.  
Quien nos lo hubiera dicho hace tiempo, una fábrica como la nuestra,  obligada a abrir esta sucursal de pompas fúnebres, en la que ahora resulta ser el departamento con mayor trabajo. Nos hubiéramos limitado a cumplir su deseo, enterrando simplemente, pero que sería de nuestra fábrica sin la esperanza. Ella nos llevó a preguntamos si quizás su propósito no había sido el adecuado, o tal vez si ni siquiera había sido un propósito. Así que, guiados por ese motivo, por esa duda, nos hemos tomado la libertad de construir una gran incineradora en la que quemamos lo que nos envían.
Le hacemos entrega de la urna en la que se encuentran las cenizas de la suya.
Esperanzados en que su "Imaginación" sea como el Ave Fénix y resurja de sus cenizas, le saluda atentamente
La Fábrica de los Sueños S.A.

5 comentarios:

  1. ¡¡Geniaaaaal!! Me alegra que no dejaras de escribir, ya que ahora te dedicas a conquistar el mundo

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  2. Gracias, muchas gracias por leer.
    A veces Rafael hay cosas que ocurren a tu alrededor y ya ves lo que inspiran, supongo que a ti te pasará lo mismo dado tu penúltimo post en odio el posmodernismo (no comenté pues parecía quisieras dejarlo así, tal cual).
    Y no te preocupes Asura, "conquistar el mundo" no es tan importante como seguir intentando hacer este blog lo mejor posible, vuestros comentarios lo engrandecen.

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    1. Perdón Rafael, no me refería al penúltimo sino al de El Hombre en la caja, que es el ante ante penúltimo, se dice asi?????

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    2. Antepenúltimo. Y por favor, no me llames Rafael, tómate la confianza XDD

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