Vainilla, fresa, nata, Málaga, turrón (puag), stracciatella, chocolate
(jo que bueno), estoy perdida entre tanto sabor. Aquí me tienes, un día
cualquiera, escogiendo una tarrina de helado, sin saber cual llevarme.
Stracciatella, tiene buena pinta, pero quién sabe si esos trocitos de
chocolate no pincharán un poquito y se irán por donde no deben. Turrón, ni
hablar, demasiado empalagoso, seguro que con dos chupaditas se cansa y me deja
a medias. Málaga, ni idea, ¿a qué narices sabe un helado Málaga?, de todas
formas cuesta más que el de fresa, veinticinco céntimos de un lado y de otro
hacen para el paquete de espaguetis, y con el de frutas del bosque mal andamos,
no creo que resulte nada sexy, verle escupiendo esa especie de pepitas que tienen
las moras y las frambuesas porque no quiera tragárselas.
Está bien, me centraré en los sabores de toda la vida. Limón, bueno, le
gusta, aunque pensándolo bien, a lo mejor, ¿a la que no le gusta es a mí?, ¿quién
sabe si el ácido cítrico no pica?, pero, ¿Cuánto ácido cítrico puede tener un
helado de limón?, estará repleto de aromatizantes, estabilizantes, ay Dios, mi
libido está por los suelos. Plátano, en fin, ¿primero plátano y luego más
plátano?, debería variar un poquito, podría pensar en calabacines, total,
existen similitudes. Sí, claro, seguro que pensando en calabacines alcanzo el clímax
absoluto, aunque a lo mejor soy una depravada verdulera, ¿podría preguntarle al
frutero?, “oye frutero tú crees que si me llevo una tarrina de helado de plátano
¿me gustará pensar que hay un calabacín esperando ser envasado?”. Estoy segura
que Kim Basinger no pensaba en calabacines mientras disfrutaba de sus nueve
semanas y media. Además tenía a Mickey Rourke, que como por arte de magia,
sacaba todo tipo de exquisitos manjares de la nevera, como aquellas fresas que
deslizaba por su cuerpo y luego se metía en la boca, ummmmmmmmmmm fresas. Probablemente
le hacían la compra. ¿Y si hago una
macedonia? Puede resultar sexy colocarse rodajitas de manzana en los pezones,
un poco de pera en el ombligo y una jugosa ciruela en el pubis. Ohhhh por
supuesto, y luego le canto el Tico Tico de Carmen Miranda y remato la faena,
por favor, que desastre. ¡!!!!!¿Pero yo no iba a comprar helado?¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Ya está, lo tengo, helado de yogurt, suave, esponjoso, cremoso y no
demasiado dulce, además le encantan todo tipo de postres lácteos, “Veeeeen
cariñoooo, aquí tienes tu postre”. ¡!!!!Mierda,
noooo, que me lo quitan¡¡¡¡¡¡¡¡¡, porras, el carrito conducido por un espécimen
tipo Mickey Rourke versión actual, se lleva todas mis ilusiones. Claro, ¿quién
es la guapa que le va a hacer la compra ahora a Mickey Rourke?.
Buff, nunca creí que comprar helado fuera tan difícil, la próxima vez que
venga él, yo me voy a la sex shop que me tratan como una reina y siempre
encuentro lo que me gusta. Complicados supermercados.
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