ÍNDICE
“Búscame, encuéntrame, despiértame” las palabras de Solrac, antes de la
oscuridad, antes de desaparecer todo, “Prométemelo, recuérdalo, por favor, y
ahora, duerme”. Así lo hizo, tal y como le pidió, se durmió, para alejarse de
todo aquello, para que el dolor desapareciera, después, nada, hasta que sus
ojos se abrieron en aquel extraño y negro mundo.
¿Cuánto tiempo había pasado?, quien sabe, las estaciones no
se suceden cuando deambulas por el mundo de los sueños, su cuerpo parecía no responder tan deprisa
como ella quisiera, mucho tiempo probablemente.
Recordaba también un terrible dolor en el pecho, soportable
sólo si sus ojos no se apartaban del rostro de Solrac, mientras las palabras continuaban llegando a sus oídos,
“Búscame, despiértame”. Y sus manos, las suyas, las de Solrac, teñidas de un
rojo rubí, ¿cómo era?,…..rubí, Sangre
de Paloma de las minas de Myanmar. No, no de paloma, su sangre.
Lejos, los alaridos que Adán profería mientras
se quemaba, una pira humana que corría hacia ninguna parte buscando como
apagarse sin conseguirlo. Solrac encendió la mecha, el odio se encargo de
avivarla.
Carlos se dio la vuelta al escuchar aquella voz, un
hombre al que nunca había visto, ella se levantó, como pudo, le sorprendió su
fortaleza, acababa de recibir una tremenda paliza y aun así, al escucharla, se
incorporó. Caminó hacia él, orgullosa y segura, los rayos del sol incidían
sobre su flamante cabellera impregnando su cabeza de un brillo inusual, en
realidad parecía resplandecer toda ella. Comprendió que era quien la repudió
por su supuesta osadía, y que sus pasos, la llevaban a encararse con aquel que
pretendió someterla. El hombre chillaba sin cesar, reclamándola, increpándola,
humillándola, despreciándola, sin embargo, ella, continuaba tranquila y segura
hasta que abrió sus labios y una palabra salió de ellos “NO”.
La respuesta
fue inmediata, vio la sangre, vio como ella caía al suelo, mientras la furia de
aquel hombre se aplacaba por la venganza perpetrada y en su rostro se dibujaba
una maquiavélica sonrisa. Y entonces, Carlos, el demonio racional, el que
buscaba respuestas, caminos para el entendimiento, el hastiado de tanta guerra
sin sentido, el pacifista, prendió la hoguera, “Arde”.
El mundo de los sueños
es oscuro y plagado de cuerpos que duermen, cuerpos que no se reconocen y que
uno a uno debes comprobar cuando buscas el concreto para ser despertado. Los
hay que tras un simple acercamiento te responden de inmediato, haciéndote saber
que no son el que anhelas. Otros, en cambio, los sin rumbo, son difíciles de
reconocer, debes acercarte, más y más, les hablas, les preguntas, pero no saben
responderte, están perdidos, así que debes ir más allá, no quieres
importunarlos, molestarlos, hacerles daño, por lo que utilizas el placer en forma de caricias,
complacencia, hasta estar segura de tener que pasar al siguiente pues comienzan
a llamarte por extraños nombres que nunca habías oído “Aparición, Engendro,
Espíritu………Súcubo”. Algunos sufren, se apagan, y tu sufres con ellos, pero la
búsqueda debe continuar, porque lo prometiste, porque lo deseas, porque lo
necesitas, y quizás, por fin, encuentras el ansiado, y el
largo viaje concluye, cuando sus labios
pronuncian tu nombre.
Porque tú lo sabes,
sabes cuál es mi nombre.
El gordo calvo abrió la
puerta de la oficina para hacer pasar a su mejor cliente.
- Buenos Días Señor García.
- Buenos Días.
- Por favor perdone el desorden pero
hemos sufrido una lamentable pérdida y aun no nos hemos repuesto de ella.
- ¿No me diga, que ha pasado?
- Nuestro jefe de ventas, ha fallecido
repentinamente, un duro golpe, era un excelente compañero, aunque durante las
dos últimas semanas parecía perdido e incluso se asuntó del trabajo, no atendía
al teléfono, parece ser que su mujer volviendo de un viaje, lo encontró muerto
en la cama, un ataque al corazón, eso dicen.
- Vaya, le acompaño en el sentimiento,
lo recuerdo, un buen negociante, muy atento, ¿se llamaba………?
- Carlos, tendrá que disculparme pero
le pediría aplazáramos nuestra reunión para dentro de unos días, ahora mismo
debo ir a su funeral, comprenda las circunstancias.
- Si, si por supuesto, es más, si
fuera posible me gustaría poder acompañarle, al fin y al cabo le conocía y así
presentaría mis respetos a su viuda.
- Es usted muy amable, si lo desea
podemos ir hablando por el camino, entiendo que su inesperada visita se debe a
alguna urgencia necesaria.
- No, no, en realidad venía a
despedirme.
- ¿Cómo?, ¿se va?
- Si, ya he concluido mi tarea, debo
regresar a casa, mis negocios por supuesto continuaran y seguiré necesitando de
sus servicios, pero a partir de ahora trataran con uno de mis empleados
directamente.
- Cuanto lo lamento Sr García, aun
así, ¿volverá a visitarnos de cuando en cuando?
- Nunca se sabe, nunca se sabe.
- En fin, permítame coger mi abrigo y
nos vamos de inmediato. ¡Sr. García!
- ¿Sí?
- Se deja el libro
- Oh vaya que descuidado, mi familia
me mataría si volviera a extraviarlo, en realidad, cayó en buenas manos, acaban
de devolvérmelo, un buen amigo necesitaba encontrarse y en los libros siempre
se hallan respuestas. Es un antiguo volumen con una preciosa encuadernación, el
relieve perfectamente logrado remarcando los contornos de la figura, un tono
rojizo que asemeja…..
“Puf” pensó el gordo
calvo “No me extraña que Carlos se quejara de provocarle dolores de cabeza, que
pesado con su libro, ya ves tú, por mucho que lo adorne no deja de ser una tía
en pelotas la que está en la portada, Demonio de García, pillín, déjate de
historias y cómprate un buen protector solar, que pareces una gamba cocida.”
FIN