domingo, 21 de agosto de 2011

CAPÍTULO SEIS

ÍNDICE
 



“Búscame, encuéntrame, despiértame”  las palabras de Solrac, antes de la oscuridad, antes de desaparecer todo, “Prométemelo, recuérdalo, por favor, y ahora, duerme”. Así lo hizo, tal y como le pidió, se durmió, para alejarse de todo aquello, para que el dolor desapareciera, después, nada, hasta que sus ojos se abrieron en aquel extraño y negro mundo.
¿Cuánto tiempo había pasado?, quien sabe, las estaciones no se suceden cuando deambulas por el mundo de los sueños,  su cuerpo parecía no responder tan deprisa como ella quisiera, mucho tiempo probablemente.
Recordaba también un terrible dolor en el pecho, soportable sólo si sus ojos no se apartaban del rostro de Solrac, mientras las  palabras continuaban llegando a sus oídos, “Búscame, despiértame”. Y sus manos, las suyas, las de Solrac, teñidas de un rojo rubí, ¿cómo era?,…..rubí, Sangre de Paloma de las minas de Myanmar. No, no de paloma, su sangre.
 Lejos, los alaridos que Adán profería mientras se quemaba, una pira humana que corría hacia ninguna parte buscando como apagarse sin conseguirlo. Solrac encendió la mecha, el odio se encargo de avivarla.

Carlos se dio la vuelta al escuchar aquella voz, un hombre al que nunca había visto, ella se levantó, como pudo, le sorprendió su fortaleza, acababa de recibir una tremenda paliza y aun así, al escucharla, se incorporó. Caminó hacia él, orgullosa y segura, los rayos del sol incidían sobre su flamante cabellera impregnando su cabeza de un brillo inusual, en realidad parecía resplandecer toda ella. Comprendió que era quien la repudió por su supuesta osadía, y que sus pasos, la llevaban a encararse con aquel que pretendió someterla. El hombre chillaba sin cesar, reclamándola, increpándola, humillándola, despreciándola, sin embargo, ella, continuaba tranquila y segura hasta que abrió sus labios y una palabra salió de ellos “NO”.
 La respuesta fue inmediata, vio la sangre, vio como ella caía al suelo, mientras la furia de aquel hombre se aplacaba por la venganza perpetrada y en su rostro se dibujaba una maquiavélica sonrisa. Y entonces, Carlos, el demonio racional, el que buscaba respuestas, caminos para el entendimiento, el hastiado de tanta guerra sin sentido, el pacifista, prendió la hoguera, “Arde”.

El mundo de los sueños es oscuro y plagado de cuerpos que duermen, cuerpos que no se reconocen y que uno a uno debes comprobar cuando buscas el concreto para ser despertado. Los hay que tras un simple acercamiento te responden de inmediato, haciéndote saber que no son el que anhelas. Otros, en cambio, los sin rumbo, son difíciles de reconocer, debes acercarte, más y más, les hablas, les preguntas, pero no saben responderte, están perdidos, así que debes ir más allá, no quieres importunarlos, molestarlos, hacerles daño, por lo  que utilizas el placer en forma de caricias, complacencia, hasta estar segura de tener que pasar al siguiente pues comienzan a llamarte por extraños nombres que nunca habías oído “Aparición, Engendro, Espíritu………Súcubo”. Algunos sufren, se apagan, y tu sufres con ellos, pero la búsqueda debe continuar, porque lo prometiste, porque lo deseas, porque lo necesitas,  y  quizás, por fin, encuentras el ansiado, y el largo viaje concluye, cuando sus labios  pronuncian tu nombre. 
Porque tú lo sabes, sabes cuál es mi nombre.

El gordo calvo abrió la puerta de la oficina para hacer pasar a su mejor cliente.
- Buenos Días Señor García.
- Buenos Días.
- Por favor perdone el desorden pero hemos sufrido una lamentable pérdida y aun no nos hemos repuesto de ella.
- ¿No me diga, que ha pasado?
- Nuestro jefe de ventas, ha fallecido repentinamente, un duro golpe, era un excelente compañero, aunque durante las dos últimas semanas parecía perdido e incluso se asuntó del trabajo, no atendía al teléfono, parece ser que su mujer volviendo de un viaje, lo encontró muerto en la cama, un ataque al corazón, eso dicen.
- Vaya, le acompaño en el sentimiento, lo recuerdo, un buen negociante, muy atento, ¿se llamaba………?
- Carlos, tendrá que disculparme pero le pediría aplazáramos nuestra reunión para dentro de unos días, ahora mismo debo ir a su funeral, comprenda las circunstancias.
- Si, si por supuesto, es más, si fuera posible me gustaría poder acompañarle, al fin y al cabo le conocía y así presentaría mis respetos a su viuda.
- Es usted muy amable, si lo desea podemos ir hablando por el camino, entiendo que su inesperada visita se debe a alguna urgencia necesaria.
- No, no, en realidad venía a despedirme.
- ¿Cómo?, ¿se va?
- Si, ya he concluido mi tarea, debo regresar a casa, mis negocios por supuesto continuaran y seguiré necesitando de sus servicios, pero a partir de ahora trataran con uno de mis empleados directamente.
- Cuanto lo lamento Sr García, aun así, ¿volverá a visitarnos de cuando en cuando?
- Nunca se sabe, nunca se sabe.
- En fin, permítame coger mi abrigo y nos vamos de inmediato.  ¡Sr. García!
- ¿Sí?
- Se deja el libro
- Oh vaya que descuidado, mi familia me mataría si volviera a extraviarlo, en realidad, cayó en buenas manos, acaban de devolvérmelo, un buen amigo necesitaba encontrarse y en los libros siempre se hallan respuestas. Es un antiguo volumen con una preciosa encuadernación, el relieve perfectamente logrado remarcando los contornos de la figura, un tono rojizo que asemeja…..
“Puf” pensó el gordo calvo “No me extraña que Carlos se quejara de provocarle dolores de cabeza, que pesado con su libro, ya ves tú, por mucho que lo adorne no deja de ser una tía en pelotas la que está en la portada, Demonio de García, pillín, déjate de historias y cómprate un buen protector solar, que pareces una gamba cocida.”
FIN

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