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Avería los sigue en su jamelgo trasquilado. Hace tiempo dejaron atrás la autopista donde degustaron una frugal comida y un par de horas después un cafecito merendero, para internarse por carreteras secundarias repletas de encantos que ya no se aprecian, dada la prisa que tienen todos por llegar a los lugares de destino.
Alicia recuerda los tiempos en los que en su utilitario destartalado recorría estas carreteras dando clase en pueblos recónditos, descubriendo personas, lugares que nunca habría llegado a conocer si no fuera por aquellos cursos que el Ministerio obligaba a impartir . Rudos y cerrados agricultores y ganaderos, que con suspicacia miraban a aquella profesora jovencita pensando que venía a enseñarles cosas que bien sabidas eran por ellos, ¿qué les iba a contar que ellos no supieran?. Mujeres enfundadas en pañuelos negros y amplias faldas grises, obligadas por un Real Decreto a asistir a unas clases, para obtener una acreditación y poder continuar las labores que siempre habían realizado en el campo, clases que hacía siglos habían dejado atrás, o quizás nunca habían pisado. Esas eran las favoritas de Alicia, las mujeres de negro, siempre cumplían sus expectativas, siempre dispuestas a escuchar. Resultaba enriquecedor y apasionante encontrar personas que aun viviendo en lugares tan inhóspitos y alejados de las grandes urbes, con tan pocos recursos en sus manos, tuvieran tantas ganas de aprender. Alicia recuerda a dos de ellas con especial cariño.
La jornada diaria de los cursos se desarrollaba durante unas
horas, efectuándose un intermedio entre las mismas para evitar los bostezos
continuados de los presentes, en realidad los bostezos persistían pero el
descanso era algo de rigor. El primer día observó como aquellas dos mujeres
permanecían sentadas mientras todos ellos se desplazaban al bar más próximo,
evidentemente, hasta en el pueblo más pequeño existe una pequeña tasca en la
que poder tomar un cafecito calentito. Al volver, las dos mujeres permanecían
en sus pupitres, solo los abandonaban al finalizar. Tras un par de días más,
Alicia se acercó.
-
¿No
os apetece veniros a tomar un café y así estiráis un poco las piernas?
-
No
Señorita Alicia, no se preocupe.
Señorita Alicia, así la llamaban en muchos lugares.
-
Simplemente
Alicia por favor, entonces, me quedo con vosotras a charlar un rato si no os
importa.
-
En
realidad Señorita Alicia, perdón, Alicia, nunca hemos ido al bar del pueblo.
Increíble, recién estrenado el siglo XXI y en un país
Europeo, de esos que tanto presumen por su amplitud de miras, modernidad,
igualdad, bla bla bla, aun existían mujeres que no habían pisado el bar del
pueblo. Demasiadas conclusiones se obtienen de un hecho puede que para algunos
de escasa importancia. Pero si, si que la tenía. Alicia se las llevó, les
invitó a un café con leche, tampoco llevaban dinero encima, nunca llevaban
dinero encima, a no ser que fueran a la pequeña tienda de todo un poco que
había precisamente al ladito del bar, o al mercado que en el pueblo mayor
cercano se celebraba todos los jueves, cositas que fueron contándole durante
las jornadas siguientes sentada junto a ellas. Y como dos meses después,
finalizado ya el curso, volvió para entregar a sus alumnos las acreditaciones
obtenidas, llevándose una agradable sorpresa, aquellas dos mujeres le regalaron
un rosario, bendecido en Fátima, para evitar sufriera accidentes por aquellas
carreteras tan poco adecuadas. Alicia no es creyente, pero si cree en las
personas, aquellas dos mujeres, se habían ido solas un fin de semana a Fátima,
como si se hubieran ido a “Donde Cristo perdió el mechero”, eso carecía de
importancia, lo significativo era que se habían ido. Aquel rosario continuaba
colgado del espejo retrovisor de su utilitario.
-
¿No
te parece un tanto extraño que ninguno de nosotros haya preguntado nada y
sigamos aquí sin saber hacia dónde vamos realmente?
Ojos claros de largos infinitos dedos la saca de su
ensimismamiento. Cada vez que se dirige a ella nota un cosquilleo perturbador
en su estomago (Aquellas mariposas que
circulaban por mi cuerpo cada vez que él estaba cerca, era una extraña
sensación, como si todas ellas revolotearan en mi interior y con el batir de
sus alas me elevaran)
-
Si
te soy sincera, no lo sé, puede que todos necesitemos estas vacaciones tanto
que ni nos hemos planteado el pensar un poco y continuamos a pesar de las
circunstancias, puede que seamos un poco aventureros y a la vez incautos, imprudentes y muy ingenuos pues hemos
depositado nuestra confianza en una bruja de los ochenta que nos persigue en un
seiscientos amarillo.(Hala, ya me he
pasado con mis divagaciones de psicoanalista barata)
-
Vamos
Ali, di más bien que somos todos un rebaño de locos guiados por una pastorcilla
llamada Avería.
La
ocurrencia, o mejor dicho, elocuencia de Had hace sonreír a todos, Ojos claros
de largos infinitos dedos ya se ha encargado de asesorar a Had y al resto,
sobre un programa infantil que en los ochenta causaba furor y en el que
aparecía una bruja muy parecida a la ahora ya nombrada guía, Had y su portátil han
ilustrado mediante imágenes el parecido encontrado por Ali, que una vez
comprobado, ha sido aplaudido por todos.
-
Probablemente
hayas dicho lo que todos pensamos Had, pero hace ya un rato que estoy
completamente desorientado, hará una hora que no sé exactamente por donde
andamos, los últimos desvíos que hemos tomado eran tan parecidos que hubiera
jurado estar dando vueltas y más vueltas por el mismo lugar.
-
Si
ya lo decía yo, locos, y ahora además, mareados.
Ojos claros de largos infinitos dedos tiene razón, han
llegado a tantos cruces que las diferentes direcciones han dejado a Alicia completamente
desubicada, aunque realmente tampoco nunca ha hecho gala de un sentido de
orientación muy desarrollado, cuantas veces se ha perdido en la ciudad en la
que vive.
- De verdad Ali, ¿ya te has perdido de nuevo? A veces creo que lo haces a posta.
- De verdad Ali, ¿ya te has perdido de nuevo? A veces creo que lo haces a posta.
Su marido siempre le dice lo mismo, puede que esté en lo
cierto, al fin y al cabo, es divertida la sensación de no saber dónde estás,
lugares nuevos por explorar, ¿porque tener miedo a lo desconocido?, o
simplemente, ¿porque no tenerlo?, el miedo no es malo, una super subida de
adrenalina que pone todos tus sentidos alerta, siempre y cuando el barrio donde
aparezcas, no tenga un aspecto, digamos, inquietante (En el fondo soy una cagueta). En realidad, lo más probable es que
todo se reduzca a sus constantes “estar en Babia”, impidiéndole poner la
atención necesaria para recordar el camino, ensimismada siempre como está en
sus propios pensamientos, especialmente cuando conduce, ¿cuántas veces se
alcanza el lugar de destino preguntándose cómo demonios se ha llegado allí, sin
recordar el haber pasado por tal y cual sitio? (Teletransportación como en Star Treck, o quizás he conseguido volar sin
darme cuenta).
-
De
todas formas, no os preocupéis demasiado, estamos en algún lugar del centro de
la provincia de León, entre Valencia de Don Juan y Astorga, al menos es lo que
dice mi ordenador, lo que no entiendo muy bien es porque no encuentro ningún
castillo por esta zona al que podamos estar yendo.
-
Claro
cariño, porque todo está en los libros pero no en un ordenador, las nuevas
tecnologías por muy avanzadas que se encuentren a veces se olvidan de las
antiguas pensando que ya obsoletas carecen de importancia.
-
Oh
vamos Tin, siempre con alguna puntilla, cuando no es mi culito burgués es mi
portátil moderne. Tendréis además cobertura en vuestros móviles, ¿me equivoco?.
(Vaya, las nuevas tecnologías a veces
son un poco coñazo, y yo que pensaba íbamos a lo desconocido).
Efectivamente
todos tienen sus móviles perfectos, aunque Alicia se sorprende al pensar que
durante todo el día ninguno ha sonado, extraño que en un grupo de cinco
personas los móviles hayan permanecido silenciosos, incluso el suyo. Extraño,
si, pero que agradable también, un viaje sin interrupciones de musiquitas
odiosas y estridentes (Tin seguro lleva
algún aria como melodía de llamada, quizás “Una Furtiva Lágrima”, puede que
Had, algún tema de algún grupo Belga que desconozco pero seguro que le gusta el
Indie pop, quizás le enseñe el “Chup chup” de los Australian Blonde, a Julio
probablemente el teléfono se lo han comprado sus hijos y le han dejado el super
tema del Nokia, no creo que ni se moleste en cambiarlo y Ojos claros de largos
infinitos dedos…….si tuvieras esa melodía…….porque nos parecemos un poquito a
aquella pequeña Compañía…….. Cuando lleguemos al castillo llamo a casa, espero
que los niños no se hayan acostado aun, seguro que aun sigue molesto por mi
marcha).
- ¡Mirad, allí arriba!
- ¡Mirad, allí arriba!
Cuenta la leyenda que
en el castillo habitaba un joven conde avaricioso a la par que caprichoso, que
a todos sus visitantes obligaba a pagar costosos peajes por el simple paso a
través de sus tierras. Tal era la importancia de aquel paso, que todos los
comerciantes de las tierras adyacentes, portaban de antemano ya una bolsa
repleta de monedas preparada para obsequiar a este conde.
Un buen día, un
comerciante converso venido de lejanas tierras y desconocedor de aquella
costumbre acompañado de su única hija, accedió a las tierras del conde. De
inmediato fue apresado y llevado ante el vil mandatario.
-
¿Acaso no sabes que debes pagar por
pasar por este lugar?
-
Mil perdones tengáis, noble conde, ¿a
cuánto asciende el coste?
El conde la bolsa de
monedas iba a pedir, pero algo llamó su atención de repente, un extraño
colgante en el cuello de la hija del comerciante.
-
Deseo esa magnífica joya que tu hija
luce en el gaznate.
-
Lo siento Noble Conde, es una joya
familiar y mi hija no puede desprenderse de la misma, su valía es
insignificante, ¿no preferís este cofre repleto de joyas de un mayor precio?
-
No intentes confundirme converso, el
valor de la joya es notorio por tu negarte a desprenderte de ella, además no
quiero otras baratijas que me ofreces, quiero esa y no admito negativas.
-
No lo hago señoría, ya he dicho que
no puedo entregar dicha joya, su portadora es mi hija, al igual que lo fue su
madre y antes su abuela, pertenece a la familia y solo es dada a quien lleva su
misma sangre.
-
Tonterías, ¡Quitadle la joya al
instante!
Por mucho que lo intentaron, no
consiguieron quitar aquella alhaja del cuello de la joven, resultaba imposible.
Entonces el Conde totalmente ofuscado, mando cortar el pescuezo para quedarse
con aquel preciado regalo. El padre horrorizado suplicó piedad por su hija
ofreciendo todas sus posesiones, pero el conde se negó y mandó matar también al
converso comerciante.
Padre e hija murieron al instante y
la joya se desprendió de aquel cuello solitario, el Conde la tomó entre sus
manos y dijo a sus vasallos que la guardaría junto a sus tesoros.
Esa fue la última vez que lo vieron,
pues por más que durante largos días y noches lo buscaron, nunca lo hallaron.
Dicen que su avaricia lo perdió entre los oscuros pasadizos del castillo, cuando
se llevó algo para guardar, que nunca le había sido otorgado.
Y sobre el
cerro se eleva majestuoso el castillo, vigilando desde lo alto sus pardas
tierras, mientras una suave melodía comienza a sonar en un móvil.
La lágrima furtiva me ha recordado a un poema de Baudelaire. Tristezas de la luna, se llama, quizá te guste leerlo.
ResponderEliminarParece que Alicia se adentra en el majestuoso mundo de lo desconocido, veremos qué le depara.
Un saludo de un incondicional loco adorable.
Rauda y veloz a leer a Baudelaire, gracias por pensar que me gustaría leerlo.
EliminarMientras el aguafiestas que lleva la portátil no arruine el encanto...
ResponderEliminar¡A mí tampoco me llama nadie, ya ni recuerdo qué tono tengo!
Pero si yo lo hago casi todos los díasssssss, bueno ya se que es otro tipo de llamada pero vale como eso. En cuanto al del portátil......je je je je je, ya sabía yo que no te iba a gustar naita de na, je je je je je.
EliminarPues sí, pero no, porque no tengo el gusto de conocer tu voz
EliminarQuien sabe Asura, quien sabe lo que el futuro te depara, chan chan chan
EliminarExploto si no te pongo esto.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=FG1LNJMC5-w
El video se merece un beso cibernético en señal de agradecimiento pero, tienes razón, no debería reírme tanto de la bruja Avería, mañana pueda que tenga que ir andando a trabajar, que contrariedad.
EliminarPor cierto he leído el poema de Baudelaire, delicado y tierno, me ha gustado muchísimo, tenías razón, tanto, que he continuado la lectura y he llegado hasta El Albatros. Ya he dicho muchas veces que soy una tremenda ignorante con respecto al género poético, pero ha resultado tan grato lo que me ha provocado ese poema, dos horas de comedura mental pensando en diversas interpretaciones. "Sana", comedura mental. Deberíamos comentarlo algun día.
Ahhh y se me olvidaba, gracias por el detalle, el estar incluida en los mares de otros blogueros es todo un honor.
EliminarLa verdad es que es digno de ser comentado el poema, yo le saqué varias interpretaciones que además parecían reforzarse entre sí. Para mi también es un honor aparecer por tu blog.
EliminarUn beso cibernético.
Las mías comenzaron con la suposición de que Baudelaire se sentía muchas veces como un albatros en un barco, luego bajé de los cielos para ver desde el barco al albatros volando y pensé en como a veces admiramos cosas que quizás deberiamos mirar con diferentes prismas y al final finalicé considerando que estaría bien ser un pato, no es tan elegante como un águila ni un cisne, pero se mueve bastante bien por diversos medios.
EliminarYo interpreto que compara al albatros con el poeta, que es un ave grande y bella pero que tiene unas alas tan grandes que no puede caminar por tierra. De la misma forma, el poeta es incapaz de adaptarse a la vida mundana. Se trata de la concepción maldita que tiene Baudelaire del poeta como individuo atormentado y a contracorriente de todo.
EliminarInfinitamente mejor expresado que todas mis divagaciones y por supuesto estoy completamente de acuerdo
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