domingo, 10 de junio de 2012

Ojales Abiertos




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El verano se extendía, permanecía tras largos años. La esperanza de la llegada de un frio invierno cada vez se hacía más y más pequeña. Sin embargo,  persistía la ilusión de la llegada del momento en el que todo aquello cambiara. Resulta extraño desear un invierno, pero no para quien posee un botón que tuvo que ser desabrochado.
La estación cálida no está hecha para llevar abrigos, aun así, ella, continuaba con el suyo puesto. Eso sí, abierto, se hacía imposible llevar un abrigo abrochado con aquellas tórridas temperaturas. Esperaba lo hubiera entendido, aquel día, cuando las estaciones los separaron, sin tiempo para las explicaciones, pues el verano y el invierno se los llevaron rápidamente a cada uno por su lado. Deseaba que su acción fuera comprendida como algo absolutamente necesario para poder continuar, algo que debía hacer, y llegado el momento oportuno, retomar lo que fue dejado, abrochándose de nuevo  aquel precioso botón que desde entonces le había acompañado.
Cuando el verano y el invierno volvieran a reunirse.

Continua

1 comentario:

  1. NI QUE DECIR TIENE QUE LAS ESTACIONES SON TAN DISPARES, EN UNA LO QUE TIENE QUE LLEVAR SIEMPRE Y EN OTRA NI VERLO QUIERES....Y TU CON TU MANERA DE ESCRIBIR HACES QUE SE VEA DE UN MODO DIFERENTE,,,SIEMPRE TAN PROFUNDA...HAY, HAY, QUE PENSAMIENTOS....

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