Estaba hasta las narices de pensar y divagar, así que les llamé para que vinieran a darme explicaciones, un acto más bien de absoluta resignación ante la falta de respuestas.
Acudieron pronto. Llamaron a la puerta como una buena visita y al abrirles, pasaron sin más acomodándose en el sofá de mi salón.
-Bueno, aquí estamos ¿Qué querías preguntarnos?.
Tan atónita estaba que era incapaz de articular palabra.
-Pero ….. ¿vosotras sois?
-Si, claro, ¿Qué esperabas?
-Venga ya, esto parece un chiste.
La verdad, no lo sabía, esperar. Ni siquiera pensé que acudirían, en realidad no deberían haberlo hecho pero allí estaban, ahora bien, lo que nunca me hubiera planteado era encontrarme con dos mujeres calcaditas, como dos gotas de agua, enfundadas en un par de batas blancas dándoles un aspecto un tanto académico y llevando, cada una, un portátil en sus manos.
-La entrada creía sería mucho más apoteósica, en plan rayitos caídos del cielo, con llamaradas y sonidos estrepitosos incluidos, pero veo que debe estar pasado de moda, a juzgar por vuestra indumentaria y los ordenadores. Aunque por lo que advierto, y es lo importante, vuestra presencia, evidencia vuestra existencia.
Sonrieron, no nos engañemos, aquello no tenía ni pies ni cabeza, recibes una visita de tal calibre y a ti, lo que más te llama la atención, son sus portátiles último modelo, que ni en sueños podrías permitirte en estos momentos. Vamos, que se me estaba ocurriendo ofrecerles un café, para rematar la escena.
-Querida, nuestra entrada es, la que tú has considerado que sea. Sabemos de tu afición a fantasear, sin embargo, tanta parafernalia y ostentosidad no venían al caso, en el fondo eres más práctica que todo eso. En cuanto a la existencia o no, existimos para quien cree y no lo hacemos para quien no cree, tan sencillo como eso. Ahora bien si consideras que las invenciones existen, entonces probablemente lo seamos nosotras.
“El que entienda lo que acaba de decir esta clon que levante la mano por favor y me lo explique. Si crees, existen, si no crees, no existen y si no, te lo inventas”. Mi cabeza comenzaba a dar vueltas y más vueltas, aquellas dos no parecían tener las respuestas buscadas.
-Y ¿Cómo pretendes mejorar nuestro trabajo sino es incorporando las nuevas tecnologías?. Estos ordenadores son eminentemente prácticos y nos facilitan la labor a realizar.
Habían encendido sus portátiles y cliqueaban como dos locas mientras hablaban conmigo, me costaba distinguir cuál de ellas lo hacía, aquello parecía un partido de tenis, en el que la pelota, eran las frases que una comenzaba y la otra terminaba.
-¿Vuestro trabajo? ¿no me digas que controláis todo a través de esos portátiles?
-¿Controlar?, Nosotras nunca hemos controlado nada, sois vosotros los que dais las órdenes, nosotras nos limitamos a recopilar la información y redactar los informes correspondientes, pero siempre en base a lo que vosotros indicáis.
Alucinante, porque cuando utilizaban el término vosotros, era evidente su referencia hacia la gente, a las personas, entre las cuales estaba yo, es decir, tenía el control de aquellas dos.
-¿Me estáis diciendo que no tenéis poder? ¿Qué no sois las que juzgáis, las que decidís?
-En absoluto. Nos limitamos a cumplir vuestros deseos, vosotros nos inventáis, vosotros dais las órdenes, vosotros ostentáis el poder. Ya te lo hemos dicho, cumplimentamos vuestros informes, simple y llanamente.
-Cuando hablas de los informes, entiendo que serán, ¿tanto los buenos como los malos?
-Evidentemente
-Pero digo yo que eso, ya lo hace la conciencia de cada uno.
-También se nos llama de esa manera.
Ay va, ahora resulta que estaba hablando con mi propia conciencia en el salón de mi casa. Ya ni me acordaba de para qué narices les había llamado, algo sobre acciones cuyas consecuencias son buenas pero son realizadas con fines malvados. El mareo de la partida de ping pong en la que me había sumergido (la velocidad de la pelota implicaba un cambio de deporte) iba en considerable aumento.
- Nosotras en realidad somos lo que tú quieras que seamos, para bien o para mal, decides si quieres creer o no, si optas por inventar o no, si escoges llamarnos conciencia o utilizar cualquiera de los nombres que se nos da. Tú decides lo que podemos y no podemos hacer. Tu, y sólo tú, otorgas el poder que deseas conceder, ninguno, parte o todo. Cada uno de vosotros es quien decide lo que nosotras somos para si mismo.
Aquello tenía sentido, cada uno es libre de disponer con que opción se queda o cual de ellas es la que más le conviene, quizás mejor dicho, la opción con la que más a gusto se siente y mejor vive.
-Bueno, tenemos que marcharnos, se nos hace tarde ¿hemos respondido a tus preguntas satisfactoriamente?
-Sí, claro que sí, pero aun me quedan dos.
-Bien, dinos cuales son.
-¿Quién de vosotras es el Demonio y quien es Dios?
Me miraron sorprendidas mientras se levantaban del sofá, incluso note un pizquita de enfado en sus rostros.
-¿Acaso importa eso?
-No, pero me hacía gracia preguntarlo, al fin y al cabo tenías que ser dos, una sola no podría con tanto informe, así, os repartís el trabajo.
-¿Y tu última pregunta?
-¿Dónde habéis conseguido esos portátiles tan increíbles?
Al final se tomaron el café, soy una buena anfitriona, volveré a llamarles otro día, pero esta vez, solo para charlar.