sábado, 30 de abril de 2011

LA BALLENA

Call me Ishmael

“No Se Cuantos”, era un chico de 25 años, jovial, amigo de sus amigos, cariñoso y amable. Le gustaba mucho leer , mantener conversaciones largas sobre como arreglar los problemas que inundaban el mundo, incluso discutir sobre temas metafísicos que nunca llegaban a puerto. Escuchaba a los Enemigos, se reía mucho, escribía en un cuaderno azul historias, elucubraciones, cuentos extraños que a veces no éramos capaces de comprender y nos tenía que explicar.

Un triste día, en abril del 94, “No Se Cuantos”, fue engullido por una Ballena llamada “No Se Quien”, un hombre egocéntrico, siniestro y oscuro, que bebía grandes cantidades de whisky de importación y fornicaba con putas baratas. Un hombre, al que le gustaba culpabilizar a los demás de todos sus problemas, haciéndonos sentir mal.

“No Se Quien”, la Ballena, consiguió ser escritor, aterroriza con sus cuentos a niños y adultos que leen sus relatos, pero a veces, en alguno de ellos, se atisban ciertas palabras que nos recuerdan a “No Se Cuantos”. Debe ser que la Ballena al dormir, abre su inmensa boca para emitir sus ensordecedores ronquidos y “No Se Cuantos” aprovecha para sacar su brazo y enviarnos palabras.

Por eso nos mantenemos fieles a nuestros recuerdos y seguimos con “No Se Quien”, esperando el día en el que “No Se Cuantos”, sea capaz de volver y enfrentarse a su Ballena.



miércoles, 27 de abril de 2011

CONVERSACIONES

Estaba hasta las narices de pensar y divagar, así que les llamé para que vinieran a darme explicaciones, un acto más bien de absoluta resignación ante la falta de respuestas.

Acudieron pronto. Llamaron a la puerta como una buena visita y al abrirles, pasaron sin más acomodándose en el sofá de mi salón.

-Bueno, aquí estamos ¿Qué querías preguntarnos?.

Tan atónita estaba que era incapaz de articular palabra.

-Pero ….. ¿vosotras sois?

-Si, claro, ¿Qué esperabas?

-Venga ya, esto parece un chiste.

La verdad, no lo sabía, esperar. Ni siquiera pensé que acudirían, en realidad no deberían haberlo hecho pero allí estaban, ahora bien, lo que nunca me hubiera planteado era encontrarme con dos mujeres calcaditas, como dos gotas de agua, enfundadas en un par de batas blancas dándoles un aspecto un tanto académico y llevando, cada una, un portátil en sus manos.

-La entrada creía sería mucho más apoteósica, en plan rayitos caídos del cielo, con llamaradas y sonidos estrepitosos incluidos, pero veo que debe estar pasado de moda, a juzgar por vuestra indumentaria y los ordenadores. Aunque por lo que advierto, y es lo importante, vuestra presencia, evidencia vuestra existencia.

Sonrieron, no nos engañemos, aquello no tenía ni pies ni cabeza, recibes una visita de tal calibre y a ti, lo que más te llama la atención, son sus portátiles último modelo, que ni en sueños podrías permitirte en estos momentos. Vamos, que se me estaba ocurriendo ofrecerles un café, para rematar la escena.

-Querida, nuestra entrada es, la que tú has considerado que sea. Sabemos de tu afición a fantasear, sin embargo, tanta parafernalia y ostentosidad no venían al caso, en el fondo eres más práctica que todo eso. En cuanto a la existencia o no, existimos para quien cree y no lo hacemos para quien no cree, tan sencillo como eso. Ahora bien si consideras que las invenciones existen, entonces probablemente lo seamos nosotras.

“El que entienda lo que acaba de decir esta clon que levante la mano por favor y me lo explique. Si crees, existen, si no crees, no existen y si no, te lo inventas”. Mi cabeza comenzaba a dar vueltas y más vueltas, aquellas dos no parecían tener las respuestas buscadas.

-Y ¿Cómo pretendes mejorar nuestro trabajo sino es incorporando las nuevas tecnologías?. Estos ordenadores son eminentemente prácticos y nos facilitan la labor a realizar.

Habían encendido sus portátiles y cliqueaban como dos locas mientras hablaban conmigo, me costaba distinguir cuál de ellas lo hacía, aquello parecía un partido de tenis, en el que la pelota, eran las frases que una comenzaba y la otra terminaba.

-¿Vuestro trabajo? ¿no me digas que controláis todo a través de esos portátiles?

-¿Controlar?, Nosotras nunca hemos controlado nada, sois vosotros los que dais las órdenes, nosotras nos limitamos a recopilar la información y redactar los informes correspondientes, pero siempre en base a lo que vosotros indicáis.

Alucinante, porque cuando utilizaban el término vosotros, era evidente su referencia hacia la gente, a las personas, entre las cuales estaba yo, es decir, tenía el control de aquellas dos.

-¿Me estáis diciendo que no tenéis poder? ¿Qué no sois las que juzgáis, las que decidís?

-En absoluto. Nos limitamos a cumplir vuestros deseos, vosotros nos inventáis, vosotros dais las órdenes, vosotros ostentáis el poder. Ya te lo hemos dicho, cumplimentamos vuestros informes, simple y llanamente.

-Cuando hablas de los informes, entiendo que serán, ¿tanto los buenos como los malos?

-Evidentemente

-Pero digo yo que eso, ya lo hace la conciencia de cada uno.

-También se nos llama de esa manera.

Ay va, ahora resulta que estaba hablando con mi propia conciencia en el salón de mi casa. Ya ni me acordaba de para qué narices les había llamado, algo sobre acciones cuyas consecuencias son buenas pero son realizadas con fines malvados. El mareo de la partida de ping pong en la que me había sumergido (la velocidad de la pelota implicaba un cambio de deporte) iba en considerable aumento.

- Nosotras en realidad somos lo que tú quieras que seamos, para bien o para mal, decides si quieres creer o no, si optas por inventar o no, si escoges llamarnos conciencia o utilizar cualquiera de los nombres que se nos da. Tú decides lo que podemos y no podemos hacer. Tu, y sólo tú, otorgas el poder que deseas conceder, ninguno, parte o todo. Cada uno de vosotros es quien decide lo que nosotras somos para si mismo.

Aquello tenía sentido, cada uno es libre de disponer con que opción se queda o cual de ellas es la que más le conviene, quizás mejor dicho, la opción con la que más a gusto se siente y mejor vive.

-Bueno, tenemos que marcharnos, se nos hace tarde ¿hemos respondido a tus preguntas satisfactoriamente?

-Sí, claro que sí, pero aun me quedan dos.

-Bien, dinos cuales son.

-¿Quién de vosotras es el Demonio y quien es Dios?

Me miraron sorprendidas mientras se levantaban del sofá, incluso note un pizquita de enfado en sus rostros.

-¿Acaso importa eso?

-No, pero me hacía gracia preguntarlo, al fin y al cabo tenías que ser dos, una sola no podría con tanto informe, así, os repartís el trabajo.

-¿Y tu última pregunta?

-¿Dónde habéis conseguido esos portátiles tan increíbles?

Al final se tomaron el café, soy una buena anfitriona, volveré a llamarles otro día, pero esta vez, solo para charlar.



viernes, 22 de abril de 2011

CANTOS DE EXPLORADORA

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No pudo hacerlo. Comencé a cantar.
Tal y como él me decía, cantando y cantando sin parar.
En realidad es lo que siempre debería haber hecho.
Pero, ¿Cuál es el fin? ¿Que se busca con ese canto? ¿Atraer marineros hacia los acantilados y conseguir que sus barcos naufraguen?.
 Las Sirenas en realidad cantan para obtener lo que quieren, y yo tenía muy claro lo que deseaba.
Al principio, Venganza, alimentada por un odio incontenible que crecía en mí pecho. En estos casos es sencilla y clara, cometer algún acto para hacer sentir al otro, al que abandona. La indiferencia es un mal que corroe las entrañas del abandonado y la Venganza se encamina exclusivamente a eliminarla.
Pero una tonta casualidad hizo que todo cambiara, que descubriera que esa apatía no existía.
Continuaba conmigo, observándome desde las sombras, escondido entre las columnas de un edificio, agazapado en el asiento de un coche, incluso desde la ventana del edificio de enfrente. El vecino cotilla del segundo se encargó de avisarme.
“No quiero resultar entrometido, pero el tipo con el que salías, te vigila constantemente”.
Sabía que miraba a través de la mirilla, cada vez que subía con él a mi casa, pero semejante control no lo esperaba. ¡Vaya con el vecino!.
Descubrir que la indiferencia no existía supuso un shock completo, un cambio de planes. De todas formas, tan incompresible resulta que te abandonen de repente y desaparezcan, como que te abandonen y se dediquen a vigilarte después. En cualquiera de los dos casos, siempre se buscan respuestas a esos constantes porqués, que como cacatúas parlanchinas picotean y perforan tu cabeza sin piedad.
Así que, comencé a indagar para encontrar, pero eso sí, primero, desaparecí de su campo de visión, convirtiéndome en su observadora. El Explorador explorado.
Poco a poco, fui conociendo a todos sus muñecos, comprendiendo su trabajo, lo que había hecho conmigo, que representaba todo aquel sufrimiento infringido, y entonces, se clarifico mi objetivo.
Las canciones inundaron a mis compañeros de estantería, canciones de esperanza, de amor, de sueños e ilusiones, canciones que llenaron aquellas grietas que él había creado, haciéndolas desaparecer, mientras el escultor observaba como sus obras le abandonaban.
Sólo tuve que aplicar todo lo que él me había enseñado, su famosa “Rotura”. Las lecciones habían dado sus frutos y me dedique a romper todo su trabajo. Romper, rasgar, deshacer, mientras lo hacía, fantaseaba con la idea de cómo podría llegar a sentirse al ver como una de sus obras se convertía en su mejor discípula.
Me resultaban absurdos los agradecimientos de los muñecos ya no rotos, aquellas muestras de cariño que procesaban hacia mi persona, no comprendían que constituían simples estorbos en mi camino, obstáculos a eliminar hasta alcanzar mi objetivo final.
Porque la verdad era esa, conseguir ser su única obra, la única a no perder de vista, a admirar.
Aquella noche, cuando ya todo era sabido, emergió de las sombras que tanto le gustaban, abalanzándose sobre mí como un loco poseso, armado con un cuchillo afilado que brillaba en la oscuridad, proliferando alaridos, gritos, reproches, una furia descontrolada que ni en el mejor de mis sueños hubiera podido desear, tan tranquilo como era él, tan seguro, tan frio, tan hermético, parecía una fiera sedienta de la sangre de aquella que destrozó su obra.
Pero yo conocía la forma de parar el arma que portaba en su mano. Simplemente, dejé que me contemplara, el me había enseñado el mecanismo para realizarlo, mantenerme escondida, permanecer cerrada, ocultarme, fuera de su alcance, hasta que cuando yo deseara, abrirme como un libro para ser leído dejando ver todo lo que él había esculpido.
Su brazo se paró en seco y el amor volvió de nuevo a sus ojos, el amor a su obra, a su ya única obra, a su Muñeca Sirena Rota, y entonces canté, con toda mi alma desgarrada, desesperanzada, angustiada, herida, solo para que me viera, solo para hacerle sentir.  ¡Y como sintió!!!, Buenas Noches mi desamor, Buenos Días mi desamor, Buenas Tardes mi desamor.
Ahora seguiré rompiendo para él, llenaré su estantería de nuevos muñecos rotos, de obras que yo misma realizaré. Se las ofreceré, se las regalaré, pero siempre recordando que yo, soy única e insuperable, su Obra Maestra.
De hecho, ya he comenzado el trabajo, incluso he incorporado pequeñas innovaciones a su estilo, yo no tengo escrúpulos en manchar mis manos de sangre. La primera ofrenda para mi adorado, una mujer llegada a los cuarenta que regentaba un pequeño negocio de barrio, una….. peluquera. En realidad, otro pequeño obstáculo que se interponía entre él y yo, pero esto es un detalle, una salvedad, de la que el Maestro, no tiene porque enterarse.
Rojo, rojo. Bermellón, escarlata, carmesí, encarnado, rubí,…… me gusta.
FIN

martes, 19 de abril de 2011

DIARIOS DE EXPLORADOR 5


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Que tonto he sido. Creía que dominaba, que nada se escapaba, que todo estaba a mi alcance, que controlaba desde mi púlpito lo que acontecía a mis muñecos rotos, las acciones, los acontecimientos, todo.
Necio.
Delante de mis narices, la que yo creía escondida en un agujero, mi bella esculpida, trabajando intensamente cual hormiguita laboriosa, construyendo galerías subterráneas bajo mis pies, hasta que, cuando ella ha deseado, el piso se ha derrumbado mostrándome su faena.
Ellos, Damián, Estela, María, ……, han pasado por sus manos para deformarse, para abandonarme, para eliminar la belleza que tanto me costó crear. Mi estantería vacía gracias a ella, al garete todo por el Canto de una Sirena, una obra que yo consideraba consumada.
Esa mujer, a la que con tanto esmero dedique mi talento para esculpir poco a poco, rompiendo, apenas es ahora reconocible para su Maestro. Inmiscuyéndose en mi vida privada, mostrándose sin previo aviso en un lugar al que nunca debería haber llegado. Hermética, cerrada, imposible vislumbrar aquellas poderosas grietas que generé en su alma.
Nada, no hay nada, ni grietas, ni roturas, ni remaches, ni remiendos, ni cicatrices, nada, completamente opaca. Toda su hermosura desaparecida.
Era yo, maldita sea, quien debía encontrarte, ¿Cómo has tenido la desfachatez de presentarte sin previo aviso?
Abrí la puerta como todos los días a las ocho de la tarde, y allí estabas, dejándome leer en tus labios esas palabras mientras te acercabas hacia la salida, mi mujer a tu espalda recogía tus cabellos cortados, diciendo algo que no fui capaz de escuchar, atónito como estaba al ver en lo que te habías convertido.
Un paso, YO, dos pasos, SOY, tres pasos, ANNE, cuatro pasos, RISS.
 Puto, galimatías tonto que inventaste Anne Riss, ANNE RISS, ANNERISS, SSIRENNA. Nunca te di permiso para eso. Eras mi Muñeca, mi Sirena Rota y debías permanecer en mi estantería. No puedes presentarte por ahí libremente, destrozando mis obras, cerrándote para evitar que te contemple.
¿QUE HAS HECHO?. Yo te cree, yo te rompí. Yo y solo yo, decidido por ti.
Ahora, voy a matarte.