lunes, 11 de febrero de 2013

Steam



Cuando las páginas en blanco se suceden sin permitirme si quiera un mínimo trazo, prohibiéndome la entrada impidiendo ser embadurnadas, recurro siempre a los clásicos, una fuente de inspiración inagotable.

Esta vez llamé a la puerta de H. G. Wells y su Máquina del Tiempo, enfrascándome en el reiterativo, pero nunca anodino tema de los viajes al pasado, volviendo de nuevo a la paradoja que supone aparecer en algún momento de tu lejana vida y reencontrarte con tu antiguo yo, comentarle ciertos aspectos que quizás deberían ser pulidos, tentaciones de números de lotería premiados o avisos contra falsos corderos que harían aparición cerca de tu rebaño.

Aunque si bien, todos desearíamos corregir algún que otro episodio de nuestra vida, resulta infinitamente más interesante poder recorrer el pasado que nunca viviste, ¿cambias una hora con tu antiguo yo, por: una visita a la Florencia de los Medici, una tarde con Leonardo, observar a Miguel Angel esculpir su David, corretear por las calles de un Paris reinado por Josephine Baker, asistir a alguna de las representaciones de Isadora Duncan, descubrir cómo  Hatshepsut  se hizo con el poder de las dos Tierras u observar la consagración del monoteísmo llevaba a cabo por Akenaton?

Por supuesto. 

Sin embargo, el Sr Wells, estaba empeñado en utilizar su máquina para encontrar respuestas que el pasado no le otorgaba, por lo que se dedicó a viajar a un mundo futuro en el que, de nuevo, y como siempre, la raza humana provocaba un cataclismo, cuyas consecuencias futuras se transforman en, o bien un happy flower Eloi, o un caníbal Morlock recluido en la oscuridad. 

Menudas opciones, lo peor viene cuando te planteas que realmente el papel que tendrías tú, en ese futuro imaginario, es el de criatura nocturna y peluda. Si, una Morlock comedora de carne burguesa. El Sr. Wells debería ser un visionario, dado que según van las cosas, la moralina que él pretendía transmitir, está a la orden del día, “Cuida del proletariado no vaya a ser que te coma con patatas”, aunque en estos momentos no tengo muy claro quién se comería a quien.
Tras el tremendo dolor de cabeza que me produjo volver de nuevo a este también repetitivo, sin embargo absolutamente tedioso y cansino tema, decidí que el Sr. Wells me facilitara un pasaje para su máquina del tiempo, y visitar a un viejo amigo que la palabra visionario me trajo a la mente.  Siempre es agradable recorrer los pasillos del Nautilus, o viajar de la Tierra a la Luna, en un cohete un tanto particular construido a base de engranajes y más engranajes bien combinados. Estoy segura que el Sr. Verne tomó prestada la máquina de Wells unas cuantas veces, aunque parece que sus viajes fueran hacia un futuro un tanto Victoriano y vaporoso.

-          Y dígame Sr. Verne ¿qué opinión le merece este futuro?


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