jueves, 4 de febrero de 2010

Cuento 4


La primera vez que Peter vio a Wendy supo que tarde o temprano su vida iba a cambiar. Aquellos grandes ojos hipnotizaron por completo su mente, y su corazón, acostumbrado a las emociones fuertes, no supo distinguir aquella nueva. Se había enamorado? Quizás.

Peter le enseñó el país de Nunca Jamás, todos aquellos bellos y misteriosos parajes donde el habitaba, su guarida y la de los niños perdidos, la aldea y el barco pirata, el poblado indio, la gruta de las sirenas. Sin embargo por mucho que se esforzara no conseguía despertar su interés. Wendy miraba todo aquello con sus fríos e inexpresivos ojos.

“No lo ves Wendy, no captas la belleza del lugar, no te inspira ningún sentimiento, mi país es maravilloso ¿Por qué no te causa emoción alguna?” Wendy callaba y Peter poco a poco se sumía en una profunda tristeza.

“Ven conmigo Peter, el país de Nunca Jamás no es para mi, en mi mundo encontrarás mejores cosas, increíbles y espectaculares”.

Y Peter aceptó. Su amor era tan grande que ni siquiera sus queridos niños perdidos pudieron disuadirle.

“Esté donde esté seré feliz, pues Wendy está conmigo”

El mundo de Wendy resultó ser tan frío como sus ojos, pero Peter podía soportarlo todo.

Los días transcurrían felices, desde el punto de vista de Peter, el amor era suficiente. Cuando alguien ama como lo hacía Peter, es capaz de transformar los lugares fríos y tenebrosos en maravillosos vergeles.

Cada mañana se despertaba e iba a trabajar. En aquel mundo existía un extraño papel llamado dinero con el que se conseguían cosas, importantes, según Wendy y por tanto tan necesarias que obligaban a Peter a recorrer largos trayectos diarios hasta una pequeña y oscura habitación donde cientos de papeles se agolpaban en una mesa de madera y que cada día debían ser revisados.

Pobre Peter, encerrado entre aquellas cuatro paredes, cuando toda su vida había sido libre para surcar el cielo.

Pero eso no importaba pues al atardecer volvía a casa y allí estaba Wendy esperándole.

“Mira cuantas cosas tenemos Peter, pero debemos seguir, aun no hay suficientes”

“¿Me quieres Wendy?”

“Claro Peter, pero debemos seguir”

Hay quien dice que el amor cambia con el paso del tiempo, que se transforma, puede que para ciertas personas pero no para Peter. Continuaba siendo fiel a aquel que un ya lejano día surgió.

Un atardecer, al regresar a casa, reparó en que algo extraño inundaba el lugar, algo que consiguió encogerle el corazón sin razón aparente.

Wendy le esperaba sentada.

“¿Qué te ocurre Wendy?”

“No lo se Peter, me siento extraña, desde hace tiempo he notado que has cambiado, ya no eres el mismo de antes”.

El corazón de Peter se quebró, una grieta comenzó a tomar forma “No” grito para si “No dejaré que avances grieta, mi amor es grande y no lo permitirá “.

Peter cerró sus ojos y respiró profundamente.

“No te preocupes Wendy, todo pasará, ya lo verás, conseguiré volver a ser el mismo de antes, ¿me quieres?”

“Claro Peter”

“Pues entonces no debes temer nada”

Desde ese momento el único afán de Peter consistió en hacer posibles todos los sueños de Wendy, todo lo que ella ansiaba y quería Peter lo ponía a sus pies. Pero por mas que lo intentaba nunca conseguía hacer nada que llegara a complacerla.

“Lo ves Peter, antes eras capaz de hacerlo, ahora todo lo estropeas”

“Lo siento Wendy, dime como por favor, volveré a intentarlo”

“No creo que puedas conseguirlo, ya no eres el mismo de antes”

“¿Me quieres?”

“Claro Peter”

Y Wendy seguía sentada.

A veces Peter la miraba y en cierta manera le resultaba extraña, su larga cabellera rubia se había oscurecido por completo, su nariz comenzaba a afilarse y un gran aro dorado pendía de su oreja izquierda. ¿Cuándo habían comenzado esos cambios?, no lo sabía, sin embargo volvía a cerrar los ojos y era entonces cuando la veía igual que siempre.

“Peter, ¿es que no sabes hacer nada bien?, mira lo que has conseguido”

“Lo siento Wendy, no volverá a ocurrir”

“Esta bien, pero la próxima vez pon mas atención”

“¿Me quieres?”

“Claro Peter”

Y Wendy seguía sentada.

Los cambios seguían, un gran sombrero cubría su cabeza, su ropa antaño ligera y fresca, había sido sustituida por un traje de grueso paño con tonos estridentes. Pero Peter continuaba cerrando sus ojos y pensaba “Soy yo, mis ojos han cambiado, no consigo ver la realidad por mas que lo intento, es ella, siempre ha sido ella, y yo, por culpa de mi torpeza estoy provocando todo esto, pobre Wendy como he podido hacerle tanto daño”.

“Peter, sigo sintiéndome mal, ¿por qué no haces nada para cambiarlo?, eres un completo inútil”

“No digas eso Wendy, no ves que lo intento”

“Pero no lo suficiente, eres torpe”

“¿Me quieres?”

“Claro Peter”

Y Wendy seguía sentada.

Su voz, tan clara antes y tan chillona como su horrible traje ahora.

“Hasta mis oídos me engañan, como es posible que haya cambiado tanto, ¿que me ha ocurrido?, debo conseguir volver a ser lo que antes fui”.

Llegó un momento en el que ya no podía mirar a Wendy, tan desconocida le resultaba, agachaba su cabeza pues el sentimiento de culpa era tan grande que se hacía casi insoportable la carga. Vagaba como un fantasma por la casa, sin atreverse a decir nada, pues cada nueva acción que emprendía provocaba mayores cambios en ella.

“No me hagas enfadar Peter, ya sabes lo que pasa si me enfado, y tu no quieres que me sienta mal por ello ¿verdad?”

“Perdóname Wendy, por favor, tu misma lo has dicho, soy tan torpe, pero mi empeño es grande”

“Mi empeño, mi empeño, vamos Peter reconoce que eres sumamente vago además de torpe, y si no como explicas el que te encuentres tan solo ¿dónde están tus niños perdidos? ¿Dónde está tu maravilloso país Nunca Jamás?, ni siquiera sabes ya como llegar hasta él. Dependes de mi Peter, soy lo único que te queda”.

“Wendy por favor, ¿me quieres?”

“Claro Peter”

Y Wendy seguía sentada.

Un día, mientras preparaba el desayuno Wendy le llamó.

“Peter, ven ahora mismo”

“¿Que quieres Wendy?”

“Verás, como soy la única persona que se preocupa por ti he cavado un gran agujero en el suelo”

“¿Para que sirve el agujero Wendy?”

“Para curarte, eres tonto Peter hay que explicártelo todo, debes bajar hasta el fondo y quedarte allí hasta que se produzca la cura”

“¿Y mientras?”

“Te vendrá bien pensar un poco y reflexionar sobre todo lo que haces mal”

“Pero Wendy está muy oscuro, tengo miedo”

“Peter no me hagas enfadar, ¡baja al fondo del agujero!”

En aquel instante el brazo derecho de Wendy se alzó, un gran garfio ocupaba el lugar donde antes una mano había. Los ojos de Peter se abrieron y pudo ver a su enemigo cara a cara “Garfio”. No era capaz de articular palabra, comenzó a temblar, tenía que salir de allí, sus pies no respondían, noto un ligero empujón y comenzó a caer, a caer en aquel oscuro y enorme agujero.

Despertó, magullado y dolorido. Una risa estridente se escuchaba, levantó la vista hacia un pequeño foco de luz que se distinguía en la boca del agujero.

Allí estaba Garfio.

“Pobre Peter, pobrecito, ya ni siquiera puedes volar para salir del agujero, ingenuo, no hay nadie en el mundo que pueda sacarte de ahí, solo yo y realmente, no pienso hacerlo. Adiós Peter, me voy para no volver, no podrás soportarlo y te pudrirás en ese agujero, te he vencido, por fin”.

Garfio desapareció, Peter solo y asustado en aquel agujero no daba crédito a todo lo acontecido, mas una leve esperanza surgió pues en ese mismo instante Peter sintió paz.

1 comentario: