Un día,
bañando a mis hermanos pequeños, observé que una de mis hermanas no dejaba de
mirar el pene de mi hermano. Extrañada ante la seriedad con la que realizaba
aquel escrutinio le pregunté:
- Lucía,
pero si ya le has visto el pito a Quique muchas veces ¿qué te pasa?
Con su
carita pensativa me miro y me dijo:
- María,
la cosa de Quique se parece a las anchoas que ha hecho mama para cenar.
Para
que luego digan que son los hombres los que bautizan a sus miembros viriles. Mi
pobre hermano lleva toda su vida con el San Benito “La Anchoita de Quique”.
Debe
ser algo mortificante tener tres hermanas, y que a una, además, le falle un
poco la vista.
Bueno, eso al menos queda entre familia, porque cuando es entre amigos toda la escuela, la cuadra, y ahora con las redes sociales, el país y el planeta entero se enteran.
ResponderEliminarPrimero, Sade no me dejó comer potaje todo un mes, luego tú con tu cuento de la pajita me arruinaste ir a comprar bebidas toda una semana; pero esta vez no se te hizo porque no como productos de mar, ¡ja!